- El equipo de Garrido no fue fiel a su estilo, el del buen fútbol y renunció a él para buscar unos beneficios.
- Agüero, volvió a ser determinante en la victoria “Citizen”.
El Villareal siempre se
caracterizó por su buen juego, por salir con el balón jugado y conservarlo
hasta el momento del gol, por ser el espejo del Barça y el único equipo capaz
de no renunciar a ese juego ni contra los grandes. Esos valores eran un lujo,
daba gusto ver a un equipo que manejaba el fútbol en el centro del campo y en
la delantera. Ayer se vio a un equipo que se encerraba atrás, con miedo ante un
rival peligroso, pero no invencible y menos para el Villareal. La clasificación
a los octavos de final ya es un sueño para los de Garrido que ni siquiera en
Liga levantan la cabeza (solo han sumado 7 puntos en 9 jornadas) y el objetivo
principal es quedar terceros en el grupo y tener así derecho a jugar la UEFA Europa League.
Nada más empezar el partido, una
contra de los castellonenses acabó en un disparo de Rossi buscando la red que
se topó con el gran portero Joe Hart, que está marcando una época bajo palos.
El rechace le cayó a Cani que batió por bajo al inglés. Eso fue, junto con un
disparo lejano del flamante fichaje estival, De Guzmán, todo lo que vimos del
submarino amarillo. El City comenzó a jugar. Yaya Touré se asoció con el
lateral serbio Kolarov que es, con permiso de Alves, Maicon y Ramos, el mejor
del mundo. Fue él precisamente quien fabricó la primera ocasión blue con un disparo desde fuera del
área. Más tarde conectó con el ex del Barça, centró hacia Edin Dzecko, que no
llegó al balón porque antes Marchena ya se había encargado de empujarlo hacia
el fondo de las mallas. El conjunto de Mancini, que ya ha logrado destruir
todos los egos internos y transformar esa calidad individual en colectiva rozó
el segundo con sendos disparos de Nasri y Barry, que había entrado por Johnson
en el minuto 38. A
principios de la segunda mitad, el combinado español, con Mario en el 11 en una
declaración de intenciones de Garrido, que dejó claro que le valía el empate,
tiró a puerta. El partido terminaba y los celestes perdían dos puntos, pero
entró Agüero, ese jugador que decide partidos, que regatea a quien sea, que es
escurridizo como un ratón y letal cuando se queda solo. Un remate a placer del
argentino en el minuto 93 condenaba a los españoles a la eliminación (pese a
que ganen los tres próximos partidos, muy improbable, pues juegan contra el
Bayern y Nápoles), un castigo merecido, por renunciar a los valores y, quien
sabe lo que habría pasado si en vez de encerrarse al adelantarse en el marcador
hubieran buscado el segundo, como hubieran hecho el año pasado.
Agüero ayer volvió a
demostrarnos que nada es imposible para él; el exatlético que abandonó el
Manzanares por la puerta de atrás sigue triunfando en su nuevo destino mientras
el Villareal no levanta cabeza desde que Cazorla firmó por el Málaga. Poco
tiempo le queda ya al entrenador amarillo, porque los aficionados se
impacientan y el tiempo apremia. El futuro pinta mal para un submarino que está
ya fuera de rumbo.
¡Qué mal partido hizo!
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