Todo se hizo mal en el Madrid Arena.

Opinión

• Cada macrofiesta organizada en España trae graves problemas y muchos disgustos.

España, según la mayoría de turistas y de visitantes, es un gran país. Precioso por su geografía y agradable con su gente.

Es algo que llevamos oyendo prácticamente desde que hemos nacido. Sin embargo, este país tiene un gran defecto que hay que pulir si queremos volver a ser una potencia mundial.

Y ese gran problema son las prisas. En España parece que lo único que cuenta es hacer las cosas rápidos, se reflexiona una vez hemos visto las orejas al lobo y no se piensa a largo plazo, sino con la mente puesta en salvar el marrón.

Fue una de las razones por las cuales llegamos a la pésima situación económica que hoy en día tenemos, son las razones por las cuales no hemos salido de ella, y son las razones por las que la seguridad en los recintos pensados para aglomeraciones de gente dejan tanto que desear.


Así, el Madrid Arena, centro que albergó el pasado miércoles una fiesta multitudinaria para celebrar halloween, fue testigo de cuatro muertes trágicas y dolorosas.

Durante los últimos días, todas las televisiones y medios de comunicación se han preocupado de publicar las imágenes y todo lo que estuviera relacionado con este trágico suceso, pero nosotros simplemente nos vamos a dedicar al porqué de ese terrible accidente.

Para empezar, en el recinto entraron menores de edad, algo que está terminantemente prohibido desde que existe el código penal.

 Evitar este suceso habría sido tan simple como solicitar el DNI en las puertas de entrada al pabellón.

El segundo problema es algo que el estadio -diseñado para el deporte y no para este tipo de concentraciones- son los problemas que arrastra desde 2010, cuando el Estudiantes dejó de jugar allí.

Con un análisis previo y unas reparaciones de calidad se habría solucionado.

El último y más grave de todos los fallos que hubo mientras se planificaba la fiesta fue el aforo. Fuentes cercanas a la empresa organizadora aseguran que se sobrepasó el límite de usuarios en más de 2.000 personas.

Con estos datos escalofriantes sobre la mesa, nos damos cuenta de que, en ocasiones, sólo se mira por el dinero y por el tiempo, más que por la seguridad de las personas.

Lástima que familias tengan que quedar destrozadas para que nos demos cuenta de que esto no puede seguir así.

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