- De obsesión de los pequeños a deseo de los mayores.
Mientras que la mayoría de niñas compraban sus discos y cantaban sus canciones, nosotros decíamos que eran tontas y que estaban obsesionadas con ella.
Hannah era la niña modelo de Disney, cabeza visible de cada una de sus campañas y voz de los anuncios con los que pretendía conquistar el mundo.
El canal, bastante nuevo en España, por cierto, y la actriz, crecían a pasos agigantados por nuestro país e, incluso, los carteles con sus actuaciones en Madrid se dejaban notar por las calles del centro.
Era la época de una quinceañera que estaba viviendo su sueño, seguir los pasos de su padre, un rompecorazones de los ochenta que pasará a la historia por sus canciones horteras que intentaban asemejarse al country del sur de Estados Unidos, y triunfar en el cada vez más negocio y menos mundo de la música.
Sin embargo, la carrera de la niña se torció en mitad del camino, precisamente en España, donde dio un giro de 180 grados durante un concierto en el Rock in Rio de Madrid.
Millares de preadolescentes hicieron cola durante horas para ver a Hannah con su cazadora vaquera característica y su melena rubia en el escenario pero, para sorpresa de sus fans y agrado de los padres, salió ante las masas con unos pantalones extremadamente cortos y un escote provocador.
Al Rock in Rio no salió Hannah Montanna, sino Miley Cirus, la que había pasado de niña a joven y quiso dejar claro al mundo que sus años de niña dulce habían dado paso a los de indisciplinada adolescente.
A partir de entonces, sus fiestas y las fotos que se publicaron sobre ellas comenzaron a delatar que su personalidad había cambiado, que, de algún modo o de otro, había pasado de ser ídolo de las hijas a serlo de los padres.
Sus últimos excesos se hicieron públicos la noche de las brujas, un Halloween que terminó de mostrar que, no se sabe si fueron las brujas o la edad del pavo las que se la llevaron, Hannah no volverá a aparecer.
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