- El Atlético de Madrid accede a la final de la Europa League tras vencer 0-1 en Mestalla.
- Con este triunfo, los rojiblancos celebran su 109 cumpleaños de la mejor forma posible.
109
años de historia, de títulos, de glorias, 109 años de ilusión reposaban
en el escudo de cada uno de los jugadores que salieron ayer al césped de
Mestalla. Eso fue lo que tanto el Cholo Simeone como Germán Burgos, sabedores de la exigencia del Atlético intentaron explicar a sus discípulos .
Bucarest
estaba en el orizonte, un sueño para una hinchada que ha vivido de todo
este año, una eliminación prematura en Copa, un proyecto fatídico en
Liga, ventas, protestas...
Sólo
les quedaba Europa y, tras la goleada en el Calderón, había que rematar
en Valencia. Los chés salieron a por el partido, concienciados de que
Mestalla, precioso en el preámbulo del encuentro, iba a dejar de lado
las quejas para alentarles en su camino a la gesta de la remontada,
conscientes de que el triunfo se antojaba complicado, pero que todo era
posible ayer.
Así,
Canales y Parejo bailaron un vals lento con la pelota y con los
visitantes, que se limitaban a contemplar la pieza generada por el
Valencia. A la danza de salón quisieron sumarse los extremos Feghouli,
espectacular como siempre y Jonas, que fue de lo mejor anoche.
Aunque
tantos estilistas tenían que tener algún crédito detrás, un vale por la
seguridad defensiva, un guerrero. Albelda fue el encargado de cubrir
esa posición tan demandada por los técnicos y tan poco querida por los
jugadores.
El Atlético se iba asustando a medida que pasaban los minutos y apretaba Mestalla.
Courtois
hizo de salvador en repetidas ocasiones, mientras Unai Emery
contemplaba con nervios desde la banda cada acometida de sus jugadores
como si fuera la última del equipo.
Con
el miedo en el cuerpo, los vestuarios esperaban como si de un aula se
tratase, con el encerado listo para las indicaciones finales.
En
la reanudación las desgracias se ensañaron con los locales, que durante
diez minutos dieron la sensación de ser los del primer tiempo, pero no
estaban las piernas para tanto. El vasco quitó a Jonas y puso a Aduriz,
un cambio de ataque tal vez prematuro, ya que los locales necesitaban la
creación antes que la pegada.
Sin
el brasileño, Diego y Arda Turan salieron de la caverna para empezar a
hacer lo que saben, jugar al fútbol. Así, en una contra, el ex del
Wolfsburgo, tras regatear en la línea de tres cuartos le puso un pase a
Adrián en el borde del área. El asturiano se orientó respecto a la
portería y sacó un derechazo de crack, una joya en el mejor momento.
A
partir de ahí murieron los murciélagos del Este, que vieron en la
lesión de Canales -seis meses sin jugar- la frustración personalizada.
Sólo se sintieron vivos cuando el árbitro paró el partido por algo que
había sucedido en el área atlética, falsa alarma, la mano era en ataque.
Esto generó más polémica y Tiago acabó a golpes con Soldado, pelea que
se saldó con roja al colchonero.
El
Atlético de Madrid accede así a la final de la Europa League por
segunda vez en tres años, donde le espara el Bilbao, pero antes toca
festejar en la capital que, con un derechazo, Adrián hizo válido un
4-2... y 109 años.