- Atlético y Real Madrid empatan en intensidad en un derbi marcado por la pegada blanca.
- El 1-4 no refleja lo visto en el campo, donde hubo igualdad.
Esta vez fueron las genialidades de un Real Madrid que tuvo que recurrir a la efectividad frente a un Atlético que se caracterizó más por la lucha que por la claridad de ideas.
Cuando los veintidós protagonistas entraron al tapete de uno de los estadios más impresionantes del campeonato, el estadio cantó a capela los acordes del himno creando una comunión entre los jugadores y la grada. Y éstos debieron pensar que, en un ambiente así no se podía jugar mal, ya que se pudo ver uno de los mejores partidos en lo que va de temporada.
Los de Siemone salieron con personalidad y ganas de romper la racha de los duelos entre vecinos, apoyados en las subidas de Filipe, que hizo su mejor partido desde que viste la rojiblanca y los pases matemáticos de Diego.
Pronto conectó el brasileño con Falcao en el minuto nueve, pero el disparo del ariete se estrelló en Casillas. Después, los blancos pusieron paciencia para llevarse el partido, aunque en un encuentro así, ni eso sirve, puesto que fue en una jugada aislada cuando el Real rompió el marcador.
Ronaldo pateó una falta en la línea de tres cuartos y, tras el error de Courtois -el mismo que condenó a su equipo, entonces entrenado por Manzano, en el Bernabéu- los colchoneros tuvieron que remontar. La filosofía cambió, y los locales tuvieron que lanzarse al ataque, buscando un gol a la desesperada.
No llegó hasta que apareció Adrián, en la segunda mitad, cuando le puso un centro a Falcao a la espalda de Ramos y Pepe, que no pudieron con un delantero que es el referente en España, por debajo de Cristiano Ronaldo y de Messi.
Fue en ese momento cuando en Concha Espina se veía la Liga complicada, ya que sólo valían tres puntos y el Calderón apretaba como no lo había hecho en el partido.
Mientras la intensidad era el denominador común entre dos equipos que tienen diferencias abismales de calidad, CR7 andaba a lo suyo, buscando ese disparo perfecto con el que lograr romper la igualada.
Hizo dos ensayos desde fuera del área que se marcharon por encima del larguero y lamiendo el poste, pero hasta que, de nuevo Courtois no falló en la posición, no pudo materializarlo.
Con ese zapatazo murió el partido, del que sólo se pueden resaltar dos mínimos detalles, un penalti innecesario de Godín, segundo en la temporada, que supuso el 1-3, y un gol de Callejón en los compases finales que dictó injusticia en el marcador, ya que el Atlético no mereció tanto castigo.
La intensidad no sirve, en estos partidos, los métodos de Simeone y su discurso de lucha son insuficientes, y más cuando en frente hay un rival que te frustra año tras año. Aun así, el Calderón puede estar orgulloso de su equipo, y el Bernabéu del suyo.
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