- El combinado de Jupp Heynckes vence al Madrid por su juego vistoso en el ataque y su claridad defensiva.
- Mourinho falló en el planteamiento y eso, en unas semifinales de Champions te condena.
El Bayern es de esa clase de equipos que, sin hacer ruido, se meten en las rondas más altas de las competiciones europeas, y es entonces cuando meten miedo a los rivales, que nunca cuentan con ellos hasta que empiezan a ganar.
Eso le pasó al Madrid anoche, ya que, en parte, menospreció al Bayern. Mourinho salió con todo, de una forma alocada, sin tener en cuenta que tenían en frente a uno de los mejores equipos del mundo a la contra.
Los diez primeros minutos, los blancos apretaron y Benzema se estrelló en el muro de Nouer, que sacó una mano portentosa para neutralizar el ataque. Después, monólogo alemán, que se encontró con un gol tempranero, a la salida de un córner, donde Ribery pateó al balón con rabia, la rabia de ver la final más cerca.
Más tarde, fue Iker el salvador, ya que frenó a Mario Gómez, tras un pase en profundidad de Kroos, buen lector del fútbol anoche. El Real Madrid estaba pidiendo a gritos el descanso, ya que habían perdido la pelota y el estilo.
En la reanudación, tomaron la iniciativa y, de nuevo Benzema probó al meta, pero no sería hasta diez minutos más tarde cuando llegó el gol. Tras un contraataque, el francés filtró un balón a la espalda que Ronaldo no pudo convertir el gol, pero el rechace lo aprovechó Özil.
Con el 1-1 los visitantes pecaron de inexpertos y volvieron a ceder el control del partido al Bayern y el Allianz, que apretaba cada jugada, para acompañar a su equipo en la búsqueda del gol.
El encuentro se alocó y las ocasiones se sucedieron sin éxito entre dos equipos que buscaban desesperadamente una genialidad de los cracks, Robben y Cristiano, pero los dos estaban desaparecidos en combate.
Fue en ese momento cuando tomaron las riendas los entrenadores, y Jupp Heynckes venció a Mourinho. Observó que Arbeloa no tenía su mejor partido y puso a Frank Ribery en su banda, en lugar del medio y a Robben en la de Coentrao para acercarse por el lateral junto con Lahm.
Mourinho, en cambio, decidió quitar a Özil para poner a Marcelo, aunque era el alemán el que mejor estaba rindiendo de los blancos. En los compases finales, un centro desde la banda del capitán local lo remató en boca de gol Mario Gómez para poner en el marcador un hecho que se veía desde varios minutos atrás.
El Madrid necesita ahora que le saquen las castañas del fuego, demostrando que han vuelto a los fantasmas del pasado más reciente.
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