- El Sporting se deja la permanencia en el Coliséum Alfonso Pérez.
- El equipo de Clemente jugó un buen fútbol, pero, tal y como están ni eso es suficiente.
Ya no es la salvación, ya no es el método Clemente,
ya no son las ocasiones y ya no es el fútbol que crea el Sporting. No
es nada de eso lo que está llevando a los rojiblancos a segunda
división, es la falta de gol, no de coraje ni de fuerzas, sino de
encontrar la pózima que acabe con el drama que están viviendo los
asturianos.
Como
antes de cada partido, el optimismo estaba presente en las caras de la
plantilla, que era consciente de lo que se jugaba. En la semana más
turbia de la historia reciente del Sporting, junto con la previa al
partido frente al Real Madrid el año pasado, ya que el entrenador había
dicho todo lo que quiso y más en rueda de prensa, lavar la cara y
empezar a creer en el milagro era el objetivo de la tarde.
Clemente
alineó un once de jugadores más serios que atrevidos, y eso, en parte
le condenó. Con Lora y Rivera cerrando, la creación se reservaba a De
las Cuevas, que también tenía que actuar de extremo y de enganche,
demasiado para un jugador. Los locales, en cambio, no presentaron
novedades y jugaron a la defensiva, renunciando a todo lo que en su día
fue el club de cara al trato del balón.
Los
del norte tocaban y tocaban, haciendo un partido disciplinado en el que
demostraron que este equipo hace buen fútbol y aporta a la Liga más que
muchos otros que pelean por cosas superiores. Los remates llegaban,
pero sin veneno ninguno para el meta madrileño. Era demasiado bonito
para ser cierto y, cuando mejor estaba el equipo llegó el fantasma de
esta temporada que ni un cazador ha sabido aniquilar, los errores
defensivos. Fue en el lanzamiento de que peinó Miku, sin oposición de
Canella, que le había ganado la espalda.
No
se rindieron, sin embargo, los jugadores, que se aisalron del marcador
para seguir con su juego buscando esa ocasión que nunca llega, y más si
eres el Sporting. Solamente Colunga, en su regreso a Getafe fue capaz de
meter el miedo a los azulones, pero no pudo controlar en el área.
Antes
del final de la primera mitad, el entrenador de los visitantes volvió a
chillar y a enfadarse con su zaga que, tal y como está últimamente no
merece ser llamada defensa, por dejar a Valera controlar, dormir la
pelota y rematar en el saque de un córner.
Nada
más empezar la segunda parte, Diego Castro, sin un marcaodr fijo, para
no perder la costumbre, fusiló a Juan Pablo para poner el 2-0 en el
luminoso y, con ello, un pie de su antiguo equipo en la segunda
categoría.
A
partir de ese momento, el Getafe renunció a todo lo que fuera dar dos
pases seguidos y recurrió a faltas tan duras que Texeira Vitienes -que
antes obvió una pena máxima sobre Barral y la expulsión del Cata Díaz-
se vio obligado a mostrar cuatro amarillas de misericordia, ya que, en
algunos casos, pudieron ser roja.
Javier
Clemente optó por meter todo su arsenal en el campo, poniendo a Nacho
Cases, que debió entrar desde el principio, ya que es el único que crea
juego de los asturianos, a Carmelo por Colunga, que estuvo horrible y a
Barral por Rivera, en una sustitución con la que se buscaba la
aportación de un jugador emblema.
Trejo,
el mejor de los rojiblancos, falló un tiro a placer delante de Moyá. Ni
la suerte estaba esta tarde con los que más buscaron.
El partido cuncluyó en un sinfín de disparos a los que el meta getafense no tuvo ni que acercarse.
El
Sporting tiene pie y medio en segunda y, con cómo está el panorama, lo
único que puede hacer el entrenador es amenizar -si hay algún modo de
hacerlo- el descenso, dando oportunidad a jóvenes de la cantera o
logrando algún que otro triunfo en El Molinón mientras la directiva
encauza el proyecto para el año que viene, donde buscará el ascenso a
primera. Categoría en la que estarán los rivales de esta tarde, que con
el 2-0 han firmado el documento que da derecho a la permanencia.
En
una semana en la que Clemente no se ha callado a la hora de dar su
opinión sobre los dirigentes de la iglesia y los periodistas, sería un
error decir que su equipo juega mal al fútbol, ya que es una gran
mentira, tan grande como que está anticuado. Simplemente tiene un
problema que tiene que corregir y ya no es por el bien de la Liga, ya no
es por su entrenador y, por no ser, no es por la salvación, es por
poder apelar al término que nombró Barral el pasado lunes, la dignidad.
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