miércoles, 28 de marzo de 2012

Caperucita en Manhattan, una pequeña joya abstracta.


  • Crítica al libro de Carmen Martín Gaite.
  • Con un contexto abstracto, la novela se adapta a los tiempos en una constante metáfora.
Cada vez que en el colegio te mandan leer un libro, te esperas remitirte a la fortuna de si la profesora coincidirá con tus gustos y el libro será de tu gusto, porque, si eso no ocurre, estás condenado a intentar sacar diversión, página por página.


Sin embargo; la última vez nos mandaron una lectura bastante buena, una novela contemporánea en la que Nueva York y Caperucita Roja se fusionan en un paisaje inolvidable.


La historia trata de una niña que, con tan solo diez años, se pregunta miles de cosas acerca del mundo que la rodea, su familia, la sociedad, el colegio...


Tiene la mala fortuna de haber nacido en una familia donde lo que destaca es la simpleza del padre y la falta de personalidad de una madre que el único valor que saca a su vida es saber cómo será en el futuro su hija, temiendo que salga a su madre, la abuela. Esta es una mujer libre, que hace todo lo que quiere, sin que le importe lo que piensen de ella. En un tiempo pasado fue una conocida artista de los teatros y lugares de ocio de la capital del mundo



Cierto día, atraída por el riesgo y la emoción se da un paseo por Central Park, el pulmón de la ciudad.


 Allí se encuentra con Miss Lunatic, una vagabunda que le da las mejores lecciones de su vida, le dice cosas que jamás olvidará y, por primera vez, se siente comprendida, y con Mister Woolf, un rico empresario que busca la receta de la tarta de fresa para su compañía, El dulce lobo.

Una historia de amor, ternura, risa y un guiño hacia la infancia, con un toque de inteligencia a lo Mafalda. Muchas cosas se pueden aprender con estas tapas rojas entre las manos y la vista centrada en las grandes letras de las páginas, donde también se puede llegar a comprender. Lo recomiendo, es uno de los mejores libros para la etapa juvenil que he visto.


Si finalmente lo leen, recuerden esta palabra, que es algo así como el Hakuna Matata intelectual: Miranfú.

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