- El meta madrileño impulsa al Atlético a su victoria en la Copa del Rey.
- En uno de los mejores partidos del mundo, los rojiblancos han dado un golpe sobre la mesa.
La última exhibición fue la final de la Copa del Rey, un torneo disputado en Torrevieja, donde, tras dos partidos trámites, llegaba el gran F.C Barcelona, el mejor equipo del mundo, con unos jugadores que ya han ganado todo. Pero lejos de arrugarse, el Atlético tiró de fuerza y de garra y así, tras llegar a perder por cinco goles, se hizo con el trofeo tras una segunda parte espectacular.
Ante un millar de aficionados que no dejaron de cantar en todo momento, demostrando que la gran afición de los colchoneros no entiende de deportes, aunque les pongan un equipo de petanca o críquet, siempre lo llevarían en volandas, tanto en las buenas como en las malas, remontaron la desventaja sin dejar a los de Xavi Pascual defenderse ante uno de los mejores ataques que ha pasado por el balonmano.
Apoyados en un Markuusen de otro mundo y un Joan Cañellas luchador como nadie, la ventaja empezó a ser considerable, hasta que ni Igropulo confiaba en la gesta.
Talan introdujo a Antonio, un canterano de dieciocho años para que disfrutara del momento e incluso paró un lanzamiento espectacular de Raúl Entrerríos.
La batalla terminó con un contundente 37-31 para los madrileños, que se llevan a casa una Copa muy merecida, que se esperaba como agua de mayo, después de que se resistiera la Asobal.
Ahora, con la fiesta y las ganas de venganza en la mente, los equipos tienen que preparar la Liga de Campeones, ya que en Liga se pasean como si fueran partidos amistosos demostrando su hegemonía en España.
Lo cierto es que, por fin, los aficionados colchoneros ya disfrutan de los títulos que, desgraciadamente no les llegan por el fútbol y, además, el noble deporte del balonmano vuelve a las primeras secciones de los periódicos. Ya era hora de todo esto.
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