martes, 4 de febrero de 2014

Llámenle don Luis

El técnico madrileño ha fallecido esta madrugada en una clínica de Madrid.


Permítanme que les hable de usted. Que les escriba de usted. Que les trate de usted. Luis así lo hizo toda su vida, desde su primer año hasta el día de hoy, su último en la tierra, aunque él fuera muy de estar por las nubes.

Hoy no escribo para dar la noticia de un fichaje, ni para una crónica más del partido del Atleti. Hoy escribo para despedir a una de las personas más importantes en la historia de este deporte, capaz de paralizar el mundo, cosa mucho más difícil que moverlo. Dirán que el fútbol no tiene dueños, y llevan razón, pero sí hay personas que hacen que sea de una manera o de otra. Luis hacía que fuera.

Luis daba autenticidad, un toque tradicional, vetusto, al deporte que él mismo vio desvirtuarse para convertirse en negocio. Nació en Hortaleza, barrio desde el que escribo estas líneas, no para agradecerle, que eso lo hacemos todos los que queremos recuperar al Atleti, sino para que se le recuerde como realmente fue, como un abuelo cascarrabias que, cierto día, decidió cambiar nuestro fútbol.

En 1974, un gran jugador se retiraba, así se lo dijo a Vicente Calderón. A priori, una mala noticia, porque el Atlético de Madrid, club al que ha defendido en las últimas décadas y por el cual se ha dejado casi 30 años de vida, perdía a su referente dentro y fuera del campo. Además, había perdido vilmente la Copa de Europa. Pero ganaría un entrenador sensacional. Tal vez el mejor que ha habido nunca.

Luis era el último silbato que sonaba en las mañanas de invierno, bajo la lluvia. Luis era el primer grito de una tarde de verano bajo 40 grados y un sol de justicia. Luis era cada una de las broncas, cada uno de los gritos, que mantenían firmes a 22 jugadores que solamente podían guardarle cariño.

No voy a citar palmarés, ni a enumerar todos sus títulos. Sería aburrido, sería irreal, porque Luis, más allá de los triunfos, era ese acto de locura de que hacía impredecible.

Como cuando rechazó al Madrid "porque era del Atleti", como cuando clasificó al Mallorca para la Champions y no renovó para subir de nuevo a primera con el Atlético, al que él mismo había descendido entrenando al Oviedo.

Como cuando limpió de arriba hacia abajo la selección, llenándola de bajitos y enseñándoles a mover la pelota. Siempre por el suelo. Y a creer, más que nadie, en que podían ser campeones.

Luis Aragonés Suárez, un tipo controvertido, amante de la riña y poco amigo de los elogios. Y más si eran hacia él. Una persona polémica, misteriosa, a la que muchos malinterpretaron, desprestigiaron, y recibieron de él lecciones morales. Por todo esto y el legado que nos deja, llámenle Don Luis.

@Fernando1998_f

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