- Al igual que en 2008, ganan la Superbowl.
- Precisamente, los Patriots fueron su rival en esa edición.
El pasado día 5 de febrero disfrutamos de ése que mueve los Estados Unidos, el fútbol americano.
El torneo más prestigioso de la NFL llegaba a su fin con una final impresionante; los Patriots de Nueva Inglaterra se enfrentaban a los Giants de Nueva York. Al igual que en 2008, año en el que los campeones, los neoyorquinos, vencieron todas sus eliminatorias con el factor cancha en contra, una hazaña increíble, que causó la admiración del mundo y que muchos lo tacharon de una suerte imposible de repetir, fallaron.
Lo han vuelto a hacer, han vuelto a encarnar la lucha "pulgada a pulgada", como dice Al Pacino en la película Un domingo cualquiera.
El partido se sucedía entre jugadas trepidantes, con los Patriotas abriendo las bandas y obligando a los futuros campeones a bascular constantemente, forzando el cansancio de sus jugadores.
Los bostonianos, no obstante, no lograron llevar el encuentro a su terreno, ya que sólo contaban con la velocidad y la fuerza bruta. 9-0, un parcial demoledor hacía que los favoritos tuvieran que remontar. Sin embargo, un fieldgoal hizo que empezaran a creer, 9-3.
Así se llegaba al descanso, donde la publicidad se multiplica, sube el precio por anuncio y Madonna actuaba ante los aficionados de ambos equipos. El descanso de la Superbowl, ese momento en el que cualquier artista pone en pie a todo el estadio, ese momento en el que los fondos se relajan y las bestias quedan amansadas por la música.
En la reanudación, las apuestas de los ciudadanos se cambiaron de camisetas, y los de rojo y blanco se pusieron 9-17 arriba. El partido parecía sentenciado, ya que las defensas estuvieron acertadas todo el rato y solamente los aciertos desequilibraban el marcador.
Y fue entonces, frente a la adversidad, cuando los fieldgoals de los Giants entraron entre los palos y el 15-17 coleaba en el marcador. Ese es el momento de un touchdown, de la jugada perfecta, esa que decide todas las finales y que pone a la grada vencedora afónica. Este año, esa jugada la hicieron los azulones.
Más tarde la locura estalló en Nueva York; el Empire State homenajeó a sus héroes iluminándose de azul oscuro. La Superbowl vuela a la capital del mundo, contra todo pronóstico.
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