- El Atlético se impone 0-1 en el Sadar gracias a Godín.
- Con este triunfo, los de Simeone se sitúan a dos puntos de la Champions.
El Cholo ha revolucionado al Atlético de Madrid. Eso no lo puede negar nadie, pero lo que cuesta creer es que haya impartido un nuevo sistema en el organigrama del club. Es cuestión de motivación. Desde el primer capitán hasta los jóvenes recién llegados, son importantes. Nadie tiene el puesto asegurado y la calidad se demuestra semana a semana. De nada sirven los apellidos en este rejuvenecido equipo que se parece muchísimo al del doblete de la 95/96. La pizarra es la misma, la de un conjunto aguerrido, que quiere el balón y es letal a la contra, que atropella al rival y, partido tras partido, "pulgada a pulgada" consigue los objetivos.
La contienda comenzó como un encuentro táctico, en el que el músculo era el plan al que recurrían ambos equipos, buscando la seguridad defensiva y el juego por las bandas, así como el disparo lejano. Los locales se echaron atrás, a pesar de la maravillosa afición que les alentaba. Y así llegaron las ocasiones visitantes; Falcao se desplazaba al mediocentro, abriendo espacios en la zaga pamplonica. Los visitantes dieron el primer susto cuando, en un saque de esquina, el Tigre abrió el marcador, pero el brazo del linier invalidó la jugada por un contacto en el área pequeña. El lío impide saber si fue acierto o error, pero era irrelevante. Seis minutos más tarde, en un saque de esquina y tras remate del colombiano -y paradón de Andrés- Diego Godín, un central muy cuestionado en las últimas semanas, anotó el definitivo gol. El partido se durmió y una falta de Koke, hoy de titular por la baja de Diego, que apunto estuvo de sorprender al meta fue lo más llamativo antes de ir a los vestuarios.
En la reanudación, nada cambió respecto a la primera mitad. Los madrileños encerraron a los navarros, que nada podían hacer para evitar el vendaval de calidad que venía del otro lado del redondel. Falcao recibe de Tiago, habilita a Adrián y este se topa con el portero (imagen anterior), una mano espectacular que demuestra lo que tienen bajo palos los rojillos.
Diez minutos más tarde, un calco, el asturiano ve el desmarque de Radamel, que se va de tres y se vuelve a topar con Andrés. Esa fue la última aparición de los once simeones en ataque.
Los locales apretaban y la zaga colchonera, ya sin lagunas lo solventaba una y otra vez. Se fue Turan, se fue Juanfran y se fue Koke, ya que la creación no era lo más importante. Courtois salvó al equipo, el Cholo pidió la hora y la pesadilla terminó, todos a la piña, abrazos y lágrimas del capitán Tiago -que estrenaba brazalete-. Final, la Champions queda cerca y desde Valencia deben estar muy atentos, ya que el domingo visitan el Calderón. Y lo cierto es que, en 2012, sopla un huracán extraño, un viento rojiblanco.
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