jueves, 9 de mayo de 2013

¿Mejoró el científico George Ohm en 1827 nuestra calidad de vida actual?

Trabajo extra

La ley de Ohm, enunciada por el científico alemán George Simon Ohm en el año 1827, comprueba las relaciones entre la tensión, la resistencia y la intensidad, siendo la primera el producto de las dos siguientes, la resistencia el cociente de tensión e intensidad y ésta última, el resultado de dividir tensión entre resistencia.

Además de ser parte fundamental del temario de todos los libros de tecnología y uno de los principios del manejo de la electricidad, esta ley tiene numerosas aplicaciones que se ven reflejadas en nuestro día a día. Puede sonar exagerado, pero, actualmente, una ley de hace dos siglos nos salva la vida a muchos de nosotros.

En concreto, el hecho de poder calcular cuál es la resistencia de un circuito, nos libra de un sinfín de desgracias, puesto que si no fuera posible se producirían el doble de cortocircuitos y de altas corrientes. Además, es posible analizar matemáticamente un circuito, dando número a su voltaje y sus corrientes.

Una forma casera y mnemotécnica de recordar la ley es visualizando un triángulo equilátero, donde la tensión se sitúa en la parte superior y el orden tanto de resistencia como de intensidad es irrelevante. Cuando se desee conocer la fórmula de una, solamente habría que taparla.

El bávaro cambió radicalmente la calidad de vida de todo el mundo gracias al descubrimiento que lleva su nombre.

Aún así, sus logros -en este caso intentos-, no quedan ahí, ya que, en el año 1843, fecha muy cercana al final de su vida, y después de mucho estudio, enunció el principio fundamental de la acústica fisiológica, debido a una gran preocupación por la manera que tenemos de escuchar las combinaciones de tonos.

Desgraciadamente para el alemán, su hipótesis no se sostenía sobre una base matemática, con lo cual, no era del todo correcto. Sin embargo, fue la primera piedra para que, tras una gran disputa científica, se reconociera como verdadera la tesis de August Seebek, desacreditando su teoría.

Once años después, George Ohm falleció, dejando tras él un legado imborrable en forma de ley: la ley de Ohm.

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