domingo, 6 de mayo de 2012

Al Málaga le pueden los nervios

  • El Atlético recurre al carácter para remontar un tanto de Eliseu en la primera parte.
  • Los de Simeone se jugarán la Champions en la última jornada.
Era una noche extraña en Madrid. La espectación por Bucarest y el enfado por el último pinchazo del Atleti se entremezclaban en un estadio que albergaba el último día como colchoneros de dos grandes capitanes; Antonio López y Perea.

Mientras tanto, el Málaga suspiraba por la histórica cuarta plaza que da opción a jugar la Liga de Campeones, trofeo que nunca ha disfrutado la grada andaluza. 

Simeone no reservó nada ante un rival directo por las aspiraciones europeas, salvo Arda Turan, todos los habituales formaron en el once inicial. La lluvia empapaba el césped, como en los heróicos ocasos de los años setenta, donde Luis Aragonés y Gárate encarnaban la fuerza que imprime el equipo local desde su creación.

Cuando Muñiz Fernández pitó, se acabaron las banalidades y comenzó el espectáculo. Cazorla y Joaquín controlaban la pelota como si de dos jugadores virtuales se tratase, dejando en evidencia las carencias de un equipo que tiene tantos errores como calidad.

Así llegaron las ocasiones, todas propiciadas por disparos lejanos que cualquier conjunto de primera división se habría encargado de evitar con dobles marcajes, pero que el Atlético no hizo.

Tras muchos acercamientos claros, llegó la mejor ocasión del partido, donde Adrián galopó por la banda, se pausó y le regaló el gol a Falcao, que eligió el peor momento para fallar a puerta vacía, ya que un minuto más tarde, cuando el peligro se había alejado del área rojiblanca, Eliseu disparó sin miedo desde lejos para poner el primero.

Eso fue todo lo que se puede resaltar hasta el descanso; un Málaga atrevido y un Atlético cobarde. 

Se confiaron los andaluces, que no tuvieron en cuenta que precisamente al entrenador local es la cobardía lo que menos le gusta, y fue lo que corrigió en el descanso. Su equipo salió a por todas, encerrando a los de Pellegrini en su campo, como antes de la llegada del jeque y el dinero.

Pero no era suficiente, lo que necesitaba el Atleti para culminar la gesta, era la entrada de un canterano. Koke fue el encargado de revolucionar la medular y crear peligro, pero viendo que ni por esas entraba el balón, voleó el esférico a la salida de un córner y reactivó la esperanza de sus compañeros.

Sólo tuvo que aparecer Courtois en una ocasión desde eso, para parar a Seba Fernández en una contra. Todo le empezó a salir bien entonces a los colchoneros, que, empujados por el Calderón, vieron la Champions al final del túnel.

Era el momento de Adrián, ese joven que saca de todos los apuros a su equipo. Recogió una dejada de Falcao, desaparecido y con la mente en Bucarest y clavó a Kameni con una finta de crack para poner a placer el 2-1.

La fiesta estaba en la grada, y esta vez, nada que no fuese la tormenta la aguaría, ya que el gol de Camacho fue anulado por el árbitro pese a las protestas de los visitantes.

Terminó la contienda y comenzaron las celebraciones en la semana previa al partido del año para los de la capital, que se fueron ayer a casa a dos puntos del objetivo que tan claro vio el Málaga ayer, pero que no pudo ni con los nervios, ni con el miedo escénico. La gloria se decidirá en el último momento.


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