lunes, 7 de mayo de 2012

El Estudiantes sufre su tropiezo más doloroso


  • El conjunto de la calle Serrano consuma su primer descenso en 64 años.
  • Al perder con el UCAM Murcia, perdieron matemáticamente la categoría.
Era raro ver las caras de ayer en el Palacio de los Deportes; nunca antes había ocurrido semejante desgracia en casa del Estudiantes. No había precedentes, mirando otros lo ocurrido otros años, todo hacía pensar que la épica iba a estar de parte de los colegiales.

Carlos Jiménez, que concluyó su andadura como profesional ayer, resignado
El equipo de Trifón Poch tenía que ganar y esperar los resultados de otros equipos, como el Obradoiro o el Fuenlabrada, otros dos equipos implicados en la batalla del descenso.


El partido comenzó con una exhibición de triples por parte de los locales, que salieron concienciados de la responsabilidad que supone defender el escudo de uno de los clubes más laureados de la historia del baloncesto español.


Cuatro canastas y cuatro triples, no había nada que fallara el Estu, salvo la incapacidad para mantener un ritmo semejante.
Con se recital contagió al Murcia, que soportó los nervios como nadie en el infierno azul, lo que quería la directiva, abucheada ayer para el partido.


Y entre Douby y Barlows, los triples llegaron al otro lado de la cancha, donde la victoria suponía la salvación matemática.


Al descanso, los azulones ganaban por once puntos y desde Galicia llegaban buenas noticias, ya que el CAI Zaragoza superaba en nueve puntos al Blusens.


El Palacio era una fiesta, que se aguó rápido debido a una mala defensa en zona, que facilitó el libre albedrío de Augustinne, muy activo ayer. Antes del último asalto, eran cinco los puntos de diferencia en la capital y los mismos en Santiago que, unido a la paliza que el Lucentum Alicante asestaba al Mad-Cros Fuenlabrada hacía que el Estudiantes tuviese que vencer por catorce puntos, ganando el basket average.

Al final, el miedo llegó a las muñecas de Germán Gabriel, que siempre ha tirado del carro estudiantil en esta temporada y de Chris Lofton, excesivamente individualista.


Los últimos minutos estuvieron protagonizados por el drama previo a la incertidumbre de lo que puede pasar el año que viene y el llanto se apoderó de la Demencia, que respondió de forma excepcional ayer al descenso.


La última vía de salvamento para los madrileños era forzar un prórroga que les diese cinco minutos de vida, pero no llegó. Cuatro triples fallados en los últimos dos minutos reflejaban la impotencia que se vivió ayer.

80-86, no pudo ser, la victoria del Obradoiro oficializaba el hecho de que el Estudiantes no jugará con los grandes el año que viene. Pero fue entonces cuando la afición respondió con un sin rencores y aplaudió a sus jugadores como si hubiesen ganado la Liga, demostrando que son un ejemplo para otros equipos.

No se sabe si burocráticamente se salvarán los del Ramiro, pero lo que es seguro es que la grada nunca va a fallarles, ni siquiera en la LEB.





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